Cómo un error científico de los años 70 descarriló la exploración de Marte
Fuente Big Think (por Dirk Schulze-Makuch)
¿Qué habría pasado si la primera búsqueda de vida extraterrestre hubiera tenido éxito?

Hace casi 50 años, Klaus Biemann, investigador principal de la misión Viking de la NASA a Marte, anunció que, tras un minucioso estudio de los datos recopilados por los instrumentos a bordo de los módulos de aterrizaje, no habían detectado compuestos orgánicos en la superficie marciana. El equipo científico de Viking llegó a una conclusión general: Marte carecía de vida.
Sin embargo, los datos de los experimentos de detección de vida resultaron ambiguos. De hecho, tres instrumentos diferentes de Viking —el experimento de Liberación Marcada para detectar procesos metabólicos; el experimento de Liberación Pirolítica para detectar reacciones de síntesis orgánica; y el experimento de Intercambio de Gases para medir el intercambio de gases de posible origen biológico— arrojaron datos difíciles de interpretar para los científicos en aquel momento.
Gil Levin, investigador principal del primero de estos experimentos, insistió hasta su fallecimiento hace unos años en que su experimento había detectado actividad metabólica en organismos marcianos. Norm Horowitz, investigador principal del experimento de Liberación Pirolítica, se mostró más escéptico respecto a la existencia de vida en Marte. Aunque la primera prueba realizada en el lugar de aterrizaje Chryse de la Viking 1 dio positivo para la síntesis orgánica (con una certeza del 99,7 % en comparación con la muestra de control), las pruebas posteriores no arrojaron resultados concluyentes. El experimento de intercambio de gases resultó igualmente desconcertante: mostró la liberación de varios gases, incluido el oxígeno, pero los científicos aún no se ponen de acuerdo en una explicación.
«Sin cuerpos, no hay vida».
Sin embargo, todas estas ambigüedades e inconsistencias quedaron desvanecidas en cuanto Biemann anunció que no se había detectado carbono orgánico en Marte. La ausencia de materia orgánica habría descartado la existencia de vida tal como la conocemos. Pero el instrumento de Biemann sí había detectado compuestos orgánicos —los compuestos clorados cloruro de metilo y dicloruro de metileno— en niveles muy bajos. Biemann y su equipo los interpretaron como contaminantes provenientes de la Tierra, aunque no estaba claro cómo pudo haber ocurrido.
Incluso para los científicos de hoy, la ausencia total de materia orgánica en Marte debería haber sido sorprendente. La caída de cometas habría esparcido al menos algo de material orgánico sobre la superficie marciana, tal como sucede en la Tierra. Sin embargo, el resultado negativo de Biemann llevó a Gerald Soffen, científico del proyecto Viking, a declarar rotundamente que no podía haber vida en Marte sin materia orgánica. Sus famosas palabras: «Sin cuerpos, no hay vida».
En el medio siglo transcurrido desde entonces, la comunidad científica ha aceptado ese decepcionante veredicto sin cuestionarlo demasiado. Es la historia que se encuentra en Wikipedia, en los libros de texto escolares y en los medios de comunicación. La noticia tuvo un impacto inmediato en la exploración de Marte: pasaron otros 20 años antes de la siguiente misión de aterrizaje, Mars Pathfinder. Incluso entonces, el objetivo era mucho más modesto: centrarse en la evidencia geológica de agua en lugar de una búsqueda directa de vida. Más recientemente, los rovers Curiosity y Perseverance han llevado instrumentos para detectar compuestos orgánicos, pero todavía no hay ninguna misión dedicada a la detección de vida en desarrollo por parte de ningún país.
En una reciente carta electrónica a la revista Science, Steve Benner, de la Fundación para la Evolución Molecular Aplicada, junto con otros tres colegas, entre los que me incluyo, señalamos que la evaluación de Biemann, realizada hace casi 50 años, muy probablemente fue errónea. Los científicos de la época estaban demasiado centrados en explicaciones abióticas —es decir, no biológicas— para los desconcertantes resultados de la misión Viking, incluso aquellas que tenían poco sentido. En cambio, deberían haber considerado también las explicaciones biológicas.
Un sucesor de Viking
Ahora, con los nuevos conocimientos adquiridos en misiones de aterrizaje posteriores, el consenso científico está cambiando. Tras múltiples detecciones de diversos tipos de compuestos orgánicos (incluidos compuestos orgánicos clorados similares a los encontrados por Viking) por parte de Curiosity y Perseverance, resulta más evidente que nunca que Biemann y Soffen se equivocaron.
Como señalamos en nuestra carta a Science, es hora de cambiar nuestra visión negativa sobre la vida en Marte. Con los viajes tripulados a Marte en el horizonte, debemos considerar la posibilidad real de que exista vida autóctona en Marte. Tomar en serio este mensaje significa que no solo debemos proteger a las formas de vida marcianas de nosotros, sino también protegernos de ellas. Esta no es una preocupación menor; tendremos que abordarla antes de poder hablar seriamente de una misión de aterrizaje tripulada.
El primer paso en este camino es corregir un antiguo error que marcó el rumbo de la exploración de Marte durante 50 años. El segundo paso es lanzar una nueva misión robótica dedicada específicamente a la búsqueda de vida. Dicha misión sería una digna sucesora de Viking, utilizando tecnología del siglo XXI y una comprensión científica más realista y actualizada del planeta Marte.
Referencia
- K. Biemann et al., Search for Organic and Volatile Inorganic Compounds in Two Surface Samples from the Chryse Planitia Region of Mars.Science194,72-76(1976). DOI:10.1126/science.194.4260.72
