Las enanas rojas no son inhabitables; simplemente somos impacientes.

Fuente Starts With A Bang

Esta gráfica compara una estrella similar al Sol con una enana roja, una enana marrón típica, una enana marrón ultrafría y un planeta como Júpiter. Solo alrededor del 5 % de todas las estrellas son como el Sol o más masivas; las estrellas de tipo K representan el 15 % del total, mientras que las enanas rojas representan entre el 75 % y el 80 % (o más). Las enanas marrones, aunque son estrellas fallidas, pueden ser tan comunes como las enanas rojas, pero son aún más frías y tienen menor masa. Las enanas rojas permanecen en estados de rotación rápida y con fuertes llamaradas durante miles de millones de años, dependiendo de su masa, lo que podría tener implicaciones para el mantenimiento de atmósferas planetarias en mundos del tamaño de la Tierra a su alrededor. Crédito: MPIA/V. Joergens

El artículo “Red dwarfs aren’t uninhabitable; we’re just impatient” de Ethan Siegel plantea una reflexión provocadora sobre la habitabilidad de los planetas que orbitan enanas rojas, el tipo de estrella más común en el universo. Aunque actualmente estos mundos parecen inhóspitos, el autor argumenta que nuestra evaluación podría estar sesgada por la impaciencia humana y una visión limitada del tiempo cósmico.

Las enanas rojas: protagonistas silenciosas del cosmos

Las enanas rojas (estrellas de tipo M) representan entre el 75% y el 80% de todas las estrellas del universo. Son pequeñas, frías y longevas: algunas pueden vivir hasta 200 billones de años. En comparación, nuestro Sol (una estrella tipo G) vivirá unos 10 mil millones de años. Esta longevidad convierte a las enanas rojas en candidatas ideales para albergar vida… pero hay un problema: su juventud es turbulenta.

Durante los primeros miles de millones de años, las enanas rojas rotan rápidamente y emiten intensas llamaradas estelares. Estas erupciones pueden ser hasta mil millones de veces más frecuentes que las del Sol, y tienen el potencial de destruir las atmósferas de los planetas cercanos. Si un planeta pierde su atmósfera, pierde también su capacidad de albergar vida tal como la conocemos.

¿Qué hace habitable a un planeta?

Para que un planeta sea considerado habitable, necesita:

  • Estar a la distancia adecuada de su estrella para mantener agua líquida.
  • Tener una atmósfera suficientemente densa para retener calor y proteger de la radiación.
  • Poseer agua y compuestos orgánicos.
  • Mantener estabilidad climática durante largos periodos.

Los planetas que orbitan enanas rojas suelen cumplir con el primer requisito, pero fallan en el segundo debido a las llamaradas que erosionan sus atmósferas. Incluso atmósferas tan densas como la de Venus podrían desaparecer en menos de mil millones de años si el planeta está expuesto a una enana roja joven.

El problema de las llamaradas

Las llamaradas estelares son emisiones repentinas de radiación ultravioleta y partículas cargadas. En el caso de las enanas rojas, estas llamaradas son frecuentes y poderosas durante sus primeros miles de millones de años. Esto plantea un dilema: aunque los planetas puedan formarse rápidamente (en unos pocos millones de años), sus atmósferas no sobreviven lo suficiente como para permitir el desarrollo de vida compleja.

La misión MAVEN de la NASA ha demostrado que incluso las llamaradas solares moderadas aumentan la pérdida atmosférica en Marte por un factor de 20. Si extrapolamos esto a las llamaradas de una enana roja joven, el efecto sería devastador.

¿Puede un planeta regenerar su atmósfera?

El artículo explora tres mecanismos por los cuales un planeta puede adquirir o regenerar su atmósfera:

  1. Formación primordial: durante la formación del sistema estelar, los planetas pueden capturar gases. Esto funciona para planetas gigantes, pero no para los rocosos como la Tierra.
    Procesos internos: volcanismo, tectónica de placas y liberación de gases desde el interior del planeta.
  2. Bombardeo externo: impactos de cometas y asteroides que aportan agua y compuestos volátiles.
  3. Aunque estos procesos pueden contribuir a la formación de atmósferas, su eficacia es limitada. El volcanismo moderno en la Tierra y Venus no genera suficientes gases para formar una atmósfera completa en escalas de tiempo humanas. Sin embargo, si consideramos escalas de tiempo de decenas o cientos de miles de millones de años, el panorama cambia.

El factor tiempo: ¿somos demasiado impacientes?

Aquí radica el núcleo del argumento de Siegel: los humanos juzgamos la habitabilidad en función de escalas de tiempo geológicas (millones o miles de millones de años), pero las enanas rojas viven mucho más tiempo. Si esperamos lo suficiente, estas estrellas se estabilizan, dejan de emitir llamaradas y podrían permitir que los planetas regeneren sus atmósferas.

En ese futuro lejano, los planetas que hoy parecen estériles podrían convertirse en oasis de vida. La clave está en la paciencia: esperar a que las condiciones se estabilicen y los procesos internos y externos reconstruyan las atmósferas perdidas.

El caso de TRAPPIST-1 y LHS 475 b

El sistema TRAPPIST-1 contiene la mayor cantidad de planetas con características similares a las de la Tierra de cualquier sistema estelar conocido hasta la fecha, y se muestra a escala con temperaturas equivalentes a las de nuestro Sistema Solar. Estos siete mundos conocidos, sin embargo, orbitan alrededor de una estrella enana roja de baja masa que emite llamaradas constantes. Es posible que ninguno de ellos posea atmósfera, aunque el JWST aportará más información al respecto en los próximos años. Crédito: NASA/JPL-Caltech

El sistema TRAPPIST-1, con siete planetas rocosos, es uno de los más prometedores para la búsqueda de vida. Sin embargo, su estrella es una enana roja activa, y es probable que ninguno de sus planetas tenga atmósfera. El telescopio espacial James Webb (JWST) ha observado LHS 475 b, un planeta del tamaño de la Tierra, y no ha detectado atmósfera alguna.

Esto ha generado preocupación entre los astrobiólogos, pero Siegel sugiere que estos resultados no descartan la habitabilidad futura. Simplemente indican que hoy, en este momento cósmico, esos planetas no son aptos para la vida. Pero en miles de millones de años, podrían serlo.

Reflexión final: ¿y si la vida apenas está comenzando?

La vida en la Tierra apareció relativamente rápido, pero eso no significa que sea la norma. Tal vez somos los primeros, los pioneros, en un universo donde la vida aún no ha tenido tiempo suficiente para florecer en otros lugares. Las enanas rojas podrían ser los verdaderos anfitriones de la vida en el cosmos, pero aún no han tenido la oportunidad de demostrarlo.

Siegel concluye que no debemos descartar la habitabilidad de los planetas alrededor de enanas rojas. Más bien, debemos reconocer que estamos observando un universo joven, y que los verdaderos mundos habitables podrían estar esperando en el futuro lejano. La impaciencia humana no debe limitar nuestra visión cósmica.

Referencia

  • «Red dwarfs aren’t uninhabitable; we’re just impatient». https://startswithabang.substack.com/p/is-our-first-galaxy-quasar-hybrid