Imagen de Júpiter tomada por la sonda Juno en 2019. Según un estudio reciente, ciertos sistemas planetarios con dos gigantes gaseosos podrían presentar incluso mejores condiciones para la vida que nuestro sistema solar. [NASA, ESA, A. Simon (Centro de Vuelos Espaciales Goddard) y M. H. Wong (Universidad de California en Berkeley)]

Según un modelo informático, ciertas configuraciones planetarias con dos gigantes gaseosos y un planeta similar a la Tierra presentarían mejores condiciones que el sistema solar para la aparición de la vida.

Fuente: Investigación y Ciencia

Imagen de Júpiter tomada por la sonda Juno en 2019. Según un estudio reciente, ciertos sistemas planetarios con dos gigantes gaseosos podrían presentar incluso mejores condiciones para la vida que nuestro sistema solar. [NASA, ESA, A. Simon (Centro de Vuelos Espaciales Goddard) y M. H. Wong (Universidad de California en Berkeley)]
En el espacio existen millones de planetas similares a la Tierra. Pero saber cuántos de ellos podrían albergar vida sigue siendo un gran misterio para los científicos. Un modelo informático que ha simulado más de 147.000 sistemas planetarios ha revelado algunas configuraciones que favorecerían la habitabilidad. Según el modelo, la existencia de dos gigantes gaseosos, como Júpiter y Saturno, podría mejorar de forma notable las condiciones para que se desarrolle la vida en un sistema planetario, según señalan Nora Bailey y Daniel Fabrycky, de la Universidad de Chicago en Illinois, en un artículo publicado en el repositorio arXiv.

Muchos de los sistemas solares calculados no permitían la aparición de ninguna forma de vida, porque no contenían ningún planeta similar a la Tierra en la zona habitable, la región en torno a una estrella en la que un cuerpo celeste puede poseer agua líquida en su superficie sin que se evapore al espacio. Sin embargo, algunas de las simulaciones también produjeron escenarios «ultrahabitables», donde las condiciones para el desarrollo de vida serían incluso mejores que en nuestro sistema solar.

En su estudio, Bailey y Fabrycky utilizaron un modelo relativamente sencillo en el que cada sistema contenía un sol y dos gigantes gaseosos cuyo tamaño oscilaba entre 0,1 y 10 veces el de Júpiter y cuyas órbitas eran distintas en cada simulación. A continuación, el equipo estimó si un planeta similar a la Tierra podría sobrevivir en esos sistemas o si, por el contrario, sufriría algún tipo de evento catastrófico, como ser engullido por la estrella central, colisionar contra uno de los gigantes gaseosos o ser expulsado del sistema al cabo del tiempo. Las simulaciones se ejecutaron cinco mil millones de veces.

Por último, Bailey y Fabrycky calcularon la probabilidad de que hubiera vida en cada sistema: un valor de 0 significaba que no existía ninguna posibilidad, mientras que un valor de 1 indicaba que bien podría haber una segunda Tierra. Cerca del 60 por ciento de los sistemas eran completamente hostiles para la vida y obtuvieron un valor de 0. Otras ocho configuraciones con dos planetas similares a Júpiter y Saturno obtuvieron un valor entre 0 y 0,93. Por otra parte, la mayoría de las simulaciones en las que los dos gigantes gaseosos diferían de los del sistema solar en cuanto a su tamaño y su órbita obtuvieron un valor entre 0 y 1. Sin embargo, también se simularon 253 sistemas cuyo «índice de habitabilidad» era superior a 1.

«El sistema más habitable era uno con planetas gigantes de masa relativamente baja, en torno a una décima parte de la masa de Júpiter, que se encontraban relativamente lejos de su estrella y describían órbitas casi circulares», explica Bailey. En consecuencia, tal vez esos sean los mejores sistemas para buscar planetas similares a la Tierra con posibilidades de albergar vida.

Referencia: